Comienza la rutina (Libre)

Decidi tomar algo de aire, y entre en mi mundo de fantasia, algo distraida y vaga como siempre, llege a la cancha, habian algunos chicos corriendo, hablando, pero en ese entonces mi mirada tomó otro rumbo, a una chica que miraba más bien observada, su mirada calculadora, despertó mi interes por ella. ¿Sera nueva? ,pensé.

Cuando la chica que me llenaba de curiosidad, pronuncio esas palabras, supuse que era politicamente correcto saludarle.

- Hola- le dije con tono alegre.

Entro de repente en el lugar, despacio, mi cuerpo empapado delante que acabo de llegar al internado, toda mi anatomía se ve a través de mi ropa mojada, pudiendose distinguir todo mi cuerpo. Mis muñecas heridas por las esposas habian hecho que sangraran mis manos, aunque parece que no me molesta. Miro a dos jovenes con las que me encuentro y timidamente me acerco con mi maleta en la mano.

Hola, soy Warnert.

Miré de reojo al muchacho que nos miraba, lo estudie con una sola mirada minuciosa; era algo inevitable con una sola vista podia examinar todos los detalles, hasta los más minimos, y relacionarlos con otros al instante, es lo que me sucedió con el extraño chico, estudie sus ropas algo mojadas debia ser porque era pobre o algo a si ,no tendria polerón, también observe cuidadosamente su cara, sus facciones eran lindas, pero sus ojos me dejaron embobada; aun asi lo que me llamó más la atención fueron las marcas que tenia en sus muñecas, 1. se autodañaba su cuerpo, por un deseo suicida, 2. era torturado, 3. estaba en presencia de un preso.

Decidi olvidar mis extraños estudios, y concentrarme en lo que era el mundo real...
-Hola, soy Liz -Le respondí sonriente, al chico aun desconocido.

Al ve que el tambien me observaba cuidadosamente, prefiero desviar mi mirada de sus ojos, me hacian sentir más curiosidad por el y descubrir su identidad, en ese instante pensé lo psicopata que era y me rei tapandome la boca con la mano. Pienso un poco antes de contestar la pregunta algo descabellada, pero que dejaba interrogante, ante mi ignorancia en el tema prefiero callar y observar mis zapatillas.

Pensar que el silencio se apoderaria de toda la situación no me parecia agradable, en este momento me agacho apoyandome en la rodilla derecha, empiezó a oler un olor en particular levanto mi pie derecho y observó una ramita de lavanda, la agarro, me quito del pelo el pinche negro que llevaba y lo engancho con el pedazito de la planta, me lo vuelvo a colocar en el cabello y sonrio timidamente.
- ¿Eres nuevo?- le preguntó al chico.